Gremio
de maestro asegura que las escuelas y liceo del país están muy deterioradas y pondría
en peligros a los alumnos y maestro al volver a las aulas.
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| Por: Cronica Uno
Hace
unos días el presidente Nicolás Maduro señaló que “la vuelta a clases
presenciales del país se realizará en octubre, con todas las medidas de
bioseguridad, de lograrse la meta de vacunación masiva. Hay que completar todo
el proceso de vacunación de todo el sector educación”.
Ante
la propuesta del Ejecutivo de retomar las clases presenciales en octubre de
este año, las organizaciones y gremios docentes han denunciado en reiteradas
oportunidades que no existen condiciones sanitarias ni de infraestructura para
volver a las aulas.
A
pesar de que no hay datos oficiales, para los docentes, que conocen de cerca la
situación de la infraestructura escolar, el deterioro es más que evidente.
Gricelda Sánchez, secretaria de reclamos del Sindicato Venezolano de Maestros,
confirma que en una reciente visita a la comunidad de Carúpano, en el estado
Sucre, vio escuelas completamente destruidas.
“De
ocho escuelas que visité, seis estaban completamente destruidas, con huecos en
los techos, sin pocetas ni bombillos, y filtraciones por todos lados”, relató.
La
profesora Sánchez hizo hincapié en la Escuela República de Haití, una de las
más emblemáticas de esa comunidad, y donde más se evidencia el abandono del
Estado por el profundo deterioro de sus instalaciones.
Ninguno
de los baños funciona, las paredes se están cayendo, los pasillos no tienen
luz, las barras de las rejas están rotas o parcialmente desprendidas. Para la
profesora, es impensable que los estudiantes asistan a clases en lugares con
estas condiciones que ponen en riesgo su salud y su seguridad.
En
lo que respecta a Caracas y Miranda, la historia no es muy diferente. De cada
10 escuelas que Sánchez ha visitado, siete presentan un grave deterioro en su
infraestructura. Mencionó especialmente la escuela Magali Burgos, ubicada en
Petare, al este de la capital, donde hay espacios del recinto completamente
inutilizables.
“Hay
salones cerrados llenos de pupitres dañados, no hay lavamanos, hay una sola poceta
para todo el plantel y no sirve. Esto para una escuela con una matrícula de 130
estudiantes”, comentó.
Otro
caso que destaca Sánchez es el de la escuela José Antonio Pérez Bonalde, de
Catia. Allí, antes de la pandemia, los alumnos debían suspender clases si
empezaba a llover porque las filtraciones del techo eran tan grandes que los
salones se inundaban. “Llueve más dentro de la escuela que afuera”, sentenció.